Cada vez que me duele el estómago, pienso en prepararme el té de juanilama que me hace mi madre. Su nombre científico es Lippia alba, una planta de la familia Verbenaceae con un fuerte olor similar al del limón y que crece en todas partes de Latinoamérica.
Sus hojas ásperas y sus flores rosa claro se usan tradicionalmente para combatir padecimientos como la colitis y la gastritis. Esos beneficios antiespasmódicos tienen respaldo científico, según un estudio publicado en el 2013 en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Otra investigación científica de la misma revista comprueba la segunda creencia popular alrededor de esta planta: los aceites esenciales que contiene la Lippia alba también combaten los altos niveles de colesterol y triglicéridos.
«Estos efectos reductores de los lípidos podrían resultar esenciales para prevenir las enfermedades cardiovasculares», indica el resumen del estudio.
Antes de contarles más sobre sus efectos positivos para la salud, les dejo la receta de infusión que recomienda el sitio web de la Universidad EARTH: hervir medio litro de agua durante diez minutos, agregar de tres a cuatro flores con semillas y dejarla en reposo hasta que esté tibia.
¿También combate el cáncer?
Hace poco menos de un año, un grupo de científicos de la Universidad de Costa Rica (UCR) retomó esta sabiduría rural de nuestras abuelas para estudiarla con mayor profundidad. El estudio muestra que un componente de la juanilama, el geraniol, podría utilizarse en tratamientos contra el cáncer gástrico o de mamas.
Eso no quiere decir que tomar el té podría ayudarnos a combatir la enfermedad o que pueda sustituir el tratamiento habitual, sino que, en el futuro, podría utilizarse para desarrollar medicamentos efectivos contra el cáncer.
“En los ensayos de laboratorio vimos que el geraniol estaba funcionando muy bien contra las células cancerosas de estómago y mama», explicó la investigadora Natalia Ortiz, de la UCR, en una nota publicada en el sitio web de esta universidad.
«Con una pequeña cantidad de geraniol se podría neutralizar a las células tumorales sin afectar las sanas», agregó Ortiz.
Lo más interesante del estudio, a criterio de la especialista, es que podría frenar la metástasis e incluso combatirla en tipos de cáncer agresivos como el gástrico. Su proyecto de doctorado se enfocó justamente en el cáncer gástrico, «porque es un tumor que cuando hace metástasis ya no hay cura. La mortalidad en esta etapa es muy alta y, por eso, sería ideal generar una alternativa”, dijo, y agregó que en esta etapa las células cancerosas son más fuertes que las del tumor original. Por eso son tan difíciles de erradicar.
Como cualquier estudio inicial, necesitará un apoyo económico alto para empezar su aplicación en animales y evaluar si realmente puede llegar a ser un tratamiento contra el cáncer.
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