Desde el 9 de enero y hasta el viernes 27, niñas y niños de edades entre los 5 y 15 años pueden aprovechar y disfrutar de sus vacaciones asistiendo a las aulas de la escuela Serapio López que abrió sus puertas para que voluntarios de Texas, Holanda, Nosara y San José enseñen y hagan pasar un excelente rato a todos los chiquillos que lleguen a la escuelita de verano.
Escuelita cumplió 11 años de estar a la disposición de los niños de Nosara y alrededores. En años anteriores, las clases se daban en la escuela de Santa Marta, pero esta vez se están impartiendo en la escuela Serapio López Fajardo de Bocas de Nosara. Esto es debido a la cantidad de estudiantes, que son entre 150 y 200 niños, y por que “las aulas son más amplias, frescas y tienen más espacio para jugar”, dijo Saskia Ellemeet, encargada de la organización de la escuelita.
Entre las actividades que los niños pueden desempeñar están el teatro, arte, baile, juegos, deportes, cocina y artesanías, y lo mejor de todo es que son ellos los que deciden en cuales quieren participar.
Todos los juegos son participativos, promoviendo el trabajo en equipo. Vanessa Vargas Ulloa, Melissa Jiménez y Susana Madrigal provenientes de San José y Heredia, son educadoras e imparten a los niños talleres en educación ambiental, conservación, manejo de los recursos naturales, bienestar animal y experimentos científicos. Sus juegos los enfocan en la naturaleza, realizando actividades de reciclaje, temas de conservación, ecología y artes dramáticas.
El enfoque principal es que aprendan a clasificar y utilizar los materiales de desecho para hacer diferentes manualidades como billeteras, monederos con botellas plásticas, títeres, y dramatizar alguna problemática ambiental como la cacería o las amenazas que sufren las tortugas en el mar y la tierra.
“Me parece una oportunidad para los jóvenes. Si vienen es por que les gusta, (pero) mantenerlos para que se queden las tres semanas es lo que cuesta, entonces es un reto para todos los que participan: innovar, traerles cosas nuevas para que no se aburran. También son puertas para que los adolescentes puedan vender a los turistas las manualidades que hacen, es una entradita a la comunidad”, dijo Susana Madrigal Soto, manejadora de recursos naturales.
Este campamento de verano es una forma de poder incentivar a los niños y jóvenes a creer en ellos mismos, aprendiendo a trabajar con sus propias manos, ayudar al prójimo y a respetar y amar a la madre tierra. |
|
|