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“Este año tuvimos 250 niños, con un promedio de 170 por día”, dice Saskia Ellment, coordinadora de Escuelita de verano de Nosara. Luego sonríe, mueve la cabeza en circulo y con un gesto de cansancio se le escapa un largo suspiro: “fue la escuelita mas grande que tuvimos”. El sábado 28 de Enero, el restaurante La Luna, tiembla con tanto correteo y risas; el motivo: la fiesta de celebración de cierre de curso.
La evento se lucio con un desfile de modas, bailes y breakdance. A lo largo del curso, que duro 4 semanas, los 250 niños y jovenes aprendieron a confeccionar ropa, crear artesanías y tomar fotos, intercalado con mucho deporte y juegos. Unos 25 voluntarios fueron los responsables de darles a los pequeños un verano para recordar.
La vivencia fue tan satisfactoria para los que asistieron como para los que impartieron clases. Brad Burcher (25) y Tucker Mauke (23), oriundos de Estados Unidos, dicen que la experiencia fue increíble y que el próximo año esperan repetirlo. “Fuimos una loca y divertida familia con todos los niños. Vamos a estar 3 meses en Nosara y esta es nuestra manera de devolverle a la comunidad”, dice Mauke, uno de los voluntarios. Los estadounidenses fueron los responsables de coordinar las actividades deportivas de Escuelita que incluían futbol, basket y futbol Americano.
La australiana Esmeralda Douglas (24) y el alemán Elian Reingold (32) también donaron su tiempo y energía para los niños de Escuelita. “Fue una experiencia llena de recompensas”, dice Esmeralda, quien enseño Arte Ecológico. Flotadores de bambú y joyería con materiales reciclados, son algunos de los objetos que se llevan los chicos a sus casa gracias al conocimiento de Douglas.
La danza indígena de raíces norteamericanas, que presentaron los mas pequeños, estuvo a cargo de Reingold, y el grupo de breakdance fue dirigido por el nosareño Adrián Acosta López (17), quien hace mas de un año que practica este singular baile.
Los costos de los cursos que se impartieron en la Escuelita, ascendieron a 7000 dólares, y fueron cubiertos en su totalidad con generosas donaciones, e inclusive quedo un poco de dinero que será utilizado el próximo año, según informo Ellment.
“Siempre vengo a Escuelita, es bien bonito y voy a regresar el próximo año también”, dice Yohalin Hernández (12), quien vive en el barrio San Pedro de Nosara. Junto a ella esta su nuevo grupo de amigos, quienes luego de degustar las pizzas y helados, se miraron sonriendo y buscaron un lugar donde sentarse a disfrutar del final de su verano inolvidable y a la espera que llegue la próxima temporada. |