Juan Rafael Mora Madrigal, conocido como Chanel (igual al perfume Chanel No. 5), tiene 81 años de edad y todavía sale de su casa a las 6:00 a.m. para trabajar en sus veintisiete fincas. Dice que desearía que la noche nunca llegara para poder seguir trabajando afuera. A pesar que posee muy poca educación formal, ha hecho sus millones, ha criado a 10 hijos y 2 hijas, ha estado casado con la misma mujer por 64 años y todavía disfruta de una buena salud. No es que la vida siempre haya sido sencilla para él. Nació el 24 de marzo de 1930 en Maratón de Esparza. Asistió a la escuela únicamente hasta primer grado. Cuando tenía 14 años, un banco le quitó a su padre todo lo que tenía por lo que Mora se fue de su casa para trabajar en cualquier cosa que pudiera encontrar, ganando alrededor de cuatro colones por día. Durante un tiempo vivió únicamente de bananos y agua. Un día una mujer se dio cuenta de lo que estaba comiendo y se compadeció de él, ofreciéndole comer en su soda y un lugar para dormir en su casa. A cambio, él le ayudaba a lavar los platos y a picar leña. Ella también le ayudo a encontrar un trabajo en donde le pagaran mejor. Comenzó a hacer dieciocho colones por día, de los cuales era capaz de ahorra diez.

A su corta edad también estaba aprendiendo vicios, había empezado a tomar y a jugar dados con "algunos buenos amigos que no eran buenos amigos". Después de un tiempo, se dio cuenta que estos amigos se estaban aprovechando de él ya que sabían que él tenía más dinero que ellos. Nunca le dieron un buen consejo y hacían que él perdiera dinero. "Donde hay dinero hay amigos", bromeó. Con el tiempo decidió distanciarse y eventualmente también dejo sus vicios.

A los 18 años compró sus primera propiedad, 4½ hectáreas en Montezuma por 770 colones. Sembró arroz, frijoles y maíz, además construyó un pequeño rancho. Mora era un hombre bastante joven y le daban miedo las mujeres (dice que aún es así) porque había tenido malas experiencias. Sin embargo, comenzó a notar a Paula María Ledezma Ledezma, quién vivía en la propiedad de al lado, con quien luego se casó. Luego de dos años en Montezuma, Mora decidió darle esa propiedad a su padre y se mudó a Los Esterones de Sámara.

En aquel entonces, la tierra se encontraba disponible de manera gratuita y Mora comenzó a cultivar setenta y un hectáreas. A sus 20 años, Mora decidió regresar a la escuela y estudiar matemáticas por noventa días. Decidió que debía saber matemáticas para que otras personas no pudieran sacar provecho de él mientras hacías negocios. "No fue difícil para mi porque era lo que yo quería", aseguró refiriéndose a sus estudios.

El trabajo arduo da paso a la prosperidad
Una noche inolvidable de fuertes aguaceros obligaron a Mora y a Paula a abandonar su rancho. Era 1954 y ellos tenían dos niños pequeños. Mora se encontraba en donde un vecino cuando el agua comenzó a subir. Paula, quien no sabía nadar, coloco un tablón en lo alto del rancho y subió junto con sus dos hijos y un poco de comida. Para cuando llegó Mora, el agua ya tenía aproximadamente 2 metros (6 pies) de profundidad.

Lograron llegar a un sitio seguro saltando "de un palo a otro", decidiendo nunca más regresar a esa casa. Mora vendió la propiedad en 10,000 colones y se fueron a vivir a Buena Vista. Allí, después de una buena cosecha y sin importarles que Paula no supiera leer ni escribir, ella abrió una pulpería con la cual le fue muy bien. Cuatro años después, Mora compró una finca pequeña en Barco Quebrado.

Con el paso de los años, Mora continuó comprando propiedades a buenos precios, ocasionalmente vendiendo alguna. Aproximadamente hace 10 años vendió tres hectáreas en Barco Quebrado por $1,700,000, librándose de seguir lidiando con los bancos. Explica que una de las cosas que más disfruta es irse a dormir sin pensar en lo que debe. Además, en el 2004, vendió otras 19 hectáreas ubicadas entre Garza y Guiones por casi $3 millones.

Actualmente Mora es propietario de 27 fincas en Barco Quebrado, Hojancha, Nandayure, Piedras Amarillas, El Silencio, San Fernando, Naranjal, Guiones y Los Ángeles de Nosara. Cinco se encuentran a su nombre y las otras las ha dividido entre sus hijos. Su esposa también posee una finca. El describe a su familia como hormigas, todos trabajan duro. "No gaste sus fuerzas trabajando para otras personas" son palabras que él ha vivido y que ha inculcado a su familia. Todos sus hijos han estudiado y todos son profesionales con sus propios negocios, presume. Dos de sus hijos viven en Italia, uno en los Estados Unidos y los otros se encuentran aquí.

Mora menciona que los placeres de su vida incluyen el ganado, especialmente las vacas blancas; ver sus fincas limpias, llegar a la casa y ser bien atendido y chineado por su esposa y irse a dormir sin deudas. Sus comidas favoritas son el arroz y los frijoles, la leche, el queso y la carne bien cocida. En su vida calcula haber ganado $17,400,000 pero dice ser feliz con tener 5,000 colones por día en su bolsillo. "Yo me siento bien como soy", afirma. Tanto el padre como la abuela de Mora vivieron hasta los 106 años. Una vida larga y saludable parece correr en las venas de la familia. Mora dice que espera morir trabajando, algo que realmente disfruta.

Al preguntarle si cambiaría algo de su vida, él simplemente respondió: ¡NO!