El pueblo nicoyano se prepara para celebrar una gran fiesta a su patrona la virgen de Guadalupe y el baile de la yegüita, todos los doce de diciembre, rememorando los orígenes y las costumbres que los indígenas chorotegas dejaron como tradición. La fiesta religiosa conlleva diferentes actividades que reúnen al pueblo, familias y visitantes, embelleciendo con fidelidad al pueblo nicoyano con una de las costumbres más radicadas que caracterizan el folclor religioso de la provincia de Guanacaste.
La leyenda de la yegüita dice que: "Para un doce de diciembre después de la misa de la Virgen de Guadalupe, mientras un grupo de devotos regresaban a sus ranchos en las cercanías de la punta del cerro Las Cruce, en Nicoya, de repente unos hermanos muy pasados de tragos tuvieron un disgusto y empezaron a pelearse sacando sus afilados machetes. Ante aquella inminente tragedia los devotos presentes comenzaron a invocar a la virgen de Guadalupe, suplicándole que por favor detuviera esa sangrienta lucha y que no muriera ninguno de los hermanos".
"De un pronto a otro, y como por encanto, apareció una yegüita que a patadas y mordiscos separo a los contendientes y los hizo desistir de su pleito y su locura. Mientras los devotos caían de rodillas y no cesaban de agradecer aquel milagro de la virgencita, la yegüita así como llego desapareció entre los tacotales y los matarrolales cercanos".
Los indios consideraron este hecho como un verdadero milagro y por esta razón como remembranza del milagro ocurrido en el Cerro Las Cruces, durante las procesiones de la virgen de Guadalupe en Nicoya va un caballito de madera que ejecuta un baile muy particular al son de pitos y tambores.
La Virgencita de México llega a Nicoya
La virgen de Guadalupe se manifestó en cuatro ocasiones al indio Juan Diego, en los cerros del Tepeyac, México, y el 12 de diciembre de 1531, fue su última aparición. Años más tarde y aprovechándose de su aparición en México; para 1544 los sacerdotes trajeron la devoción de la virgen de Guadalupe a los indios Chorotegas, oriundos de México, pero asentados, hacía ya dos siglos en Nicoya.
Para esta época, los indígenas Chorotegas recién habían adoptado la religión católica y la lengua castellana, y la festividad en un inicio se enfocaba en la parte religiosa, en la preparación de comidas, bebidas y procesiones.
Muchos años antes de que existiera la celebración a la virgen de Guadalupe, los indios adoraban el sol, la luna, el fuego, el agua y el viento. En sus rituales, se resaltaba el paganismo que consistía en sacrificios humanos, regando la sangre de los sacrificados sobre todos los participantes de la fiesta del sol, para agradecer al dios sol las cosechas y la prosperidad. Los sacerdotes, asustados con los sacrificios y aprovechándose de la aparición de la virgen de Guadalupe al indio Juan Diego, fueron introduciendo sus creencias para que los chorotegas adoraran y reemplazaran la fiesta del sol por la fiesta a la señorita virgen de Guadalupe que los indios siguieron con gran apego.
Después del milagro que hizo la virgen, y ya introducido el baile de la yegüita a sus festividades, quedo como costumbre entre los chorotegas, solucionar sus querellas sin camisa y con cuchillos de cuero de danta, pegarse hasta sangrar, al son de la música indígena, y cuando la yegüita considerara prudente, intervenía para separarlos.
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A esta costumbre la llamaron la chilillada, la cual fue abolida al considerarse muy cruel y sangrienta por el padre José María Velazco alrededor de 1914. Entonces se sustituyó la costumbre de la chilillada por una imagen pequeña de la virgen de Guadalupe, que llaman la Muñeca.
La yegüita, conocida también como el caballito, consiste en una cabeza de caballo hecha de cedro y pintada de color negro, que se une a un aro de bejuco de cucharillo al que se le pone una cola o crin de cabuya, alrededor se viste con telas coloridas en forma de enaguas. De esta manera, los amorosos promesanos que llevan sus respectivos trajes, se envuelven en su papel y bajo un ardiente sol al son de la música bailan y hacen reverencias a su querida patroncita.
Carlos Arauz, historiador costarricense, comenta que, " Originalmente eran los indígenas los que realizaban toda la celebración y actualmente es el pueblo nicoyano mestizo que se ha ido incorporando a las festividades, a tal punto que la fiesta es del pueblo de Nicoya y de todos los visitantes porque la virgen de Guadalupe tiene una gran devoción, es la Emperatriz de America".
La virgen, el sol y su cofradía
Actualmente, la cofradía de Nicoya es la única que sigue sembrando, produciendo así sus propios productos, el ganado, por ejemplo, es donado por ganaderos devotos y lo que no tengan lo reciben por medio de donaciones, todo para la celebración de la virgen de Guadalupe.
Arauz continua contando que esta festividad se percibe como si fuera una gran fiesta del sol, que se mantiene por debajo, esa herencia, ese resabio chorotega, debido a que en la cofradía en Nicoya para el doce de diciembre, hay un hormigueo de gente bailando, gente comiendo, gente hacienda cosas, todo muy simultaneo y con un gran jolgorio, semejando una gran fiesta, la fiesta del sol.
"La tradición de la Virgen de Guadalupe será siempre uno de los principales símbolos de nuestros orígenes y del respeto y la admiración que nuestros espíritus deberán profesar eternamente por las cosas trascendentales y nobles de la vida", concluye Arauz
Con esta esplendida celebración todos los doce de diciembre de cada ano, el pueblo nicoyano manifiesta su afecto, orígenes, costumbres y creencias que los antepasados indígenas heredaron y ahora se demuestra con un gran detalle cultural a la virgen de Guadalupe.
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